Nacemos indefensos y necesitados de los cuidados de los demás. La primera etapa es de absoluta confluencia con la madre y sólo desde nuestro centro instintivo interactuamos con el mundo exterior, sin perdernos con la inmensa gama de olores, colores y texturas que nos rodea.
Cuando comenzamos a ir adquiriendo una mayor autonomía la forma de contacto pasa a una segunda fase de exploración, masticación y nutrición del exterior. Este modo de contacto es lo que se llama "introyección", cuyo vocablo va precedido del prefijo “intro” (hacia adentro). Es el modo de cómo vamos aprendiendo a interactuar y aclimatarnos con el medio que nos rodea.
Pero, ¿Qué ocurre cuando nos tragamos algo sin masticar? Eso hará que tengamos que escupirlo o si llega al estómago nos pueda sentar mal. Cuando la introyección como modo de contacto se utiliza como mecanismo interruptor de la verdadera necesidad, hablamos de mecanismo de defensa o mecanismo evitativo. Es aquí cuando una creencia la hemos tragado sin digerir, y esto puede ser contraproducente; no es entonces hasta que pongamos en cuestión ciertos modelos y los pasemos por el filtro del auto-criterio, cuando comenzamos a ser fieles a nosotros mismos.
No ser conscientes de ello puede hacer que repitamos comportamientos que nos llevan al mismo lugar una y otra vez, no responsabilizándonos de ellos y colocando fuera parte de la culpa de nuestros fracasos y frustraciones. Teniendo en cuenta que la autonomía personal y social es la capacidad del individuo de tomar decisiones, por sí mismo, para su pleno desarrollo vital, muchas de las acciones que llevamos a cabo a lo largo de nuestra vida están condicionadas por la educación recibida y propia corriente sociocultural en la que crecemos. No son los obstáculos contextuales, que estos existen, los que generalmente nos impiden auto-realizarnos, si no uno mismo desde la inconsciencia, su negación a crecer y no responsabilizarse plenamente de lo que hace, lo que le conduce a establecerse en un modelo de vida donde el contacto se torna complejo y donde el individuo vive insatisfecho y atormentado.
Es lo que se conoce cómo neurosis; término que se dejó de utilizar por psicología científica y la psiquiátrica y reemplazándolo por los actuales trastornos de la ansiedad entre otros (ansiedad, fobias, trastorno de estrés postraumático, trastorno obsesivo-compulsivo, crisis de pánico y trastornos somatoformes).
Por lo tanto, la neurosis podría definirse cómo explica Claudio Naranjo en su libro "Carácter y Neurosis" como: - Un proceso de la degradación de la conciencia humana -, concretando un poco más el neurótico sería el que mantiene elevados mecanismos de defensa para no enfrentarse a emociones, pensamientos, o instancias de la realidad (tanto interna como externa) que le resultan amenazantes. Adopta otras creencias y comportamientos que lo alejan de su verdadero ser, no se hace responsable y actúa de forma incongruente a sus necesidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario