Siguiendo el
criterio sistémico que abordan los principios de la terapia Gestalt y otros
enfoques humanistas, a lo largo de nuestro ciclo vital efectuamos lo que se conoce como:
"modos de contacto".
Cuando nacemos somos completamente
dependientes, no nos podemos valer por nosotros mismos. Los límites entre el "yo"
y el "tú" no existen y la relación, principalmente con nuestra madre, es de
absoluta confluencia; este modo de contacto es lo que conocemos como "confluencia
primaria". Esta fase transcurre durante los primeros 6 meses.
A medida que
vamos creciendo esa diferenciación se va haciendo progresivamente más nítida y emerge el "yo", que se experimenta como vacío y se nutre de todo aquello que le rodea. He aquí un modo de
contacto que se da entre los 6-9 meses al que nos referimos como "introyección". Siempre que contactemos con aquello que nos nutre, las enseñanzas de un maestro, los conocimientos adquiridos de la lectura de un libro, etc., son también modos de introyección.
En la siguiente fase se va ajustando lo normativo a nuestros deseos e impulsos. Hemos de explorar, gatear,
curiosear, morder y desafiar los límites para conocer
aquello que es aceptado o no. Necesitamos a través de este modo de contacto
aprender a interactuar con el medio e ir generando la tensión y la energía de movilización necesarias, aunque esta fase es temprana (9-15 meses) para reconocer esas pulsiones como propias y son atribuidas al "tú", como si el niño se buscase a sí mismo fuera, en el propio ambiente; es lo que se conoce
como la "proyección". Posteriormente, cuando realizamos un examen estamos
proyectando desde nuestra comprensión y memoria un contenido sobre un papel que
posteriormente nos evaluarán, cuando tenemos un bonito gesto con otra persona y
podemos expresarle lo importante que es para nosotros, estamos también proyectando.
Hasta aquí todo bien, siempre que sean modalidades de contacto que no trunquen
nuestras necesidades, en este caso estaremos hablando de "mecanismos de evitación".
El carácter tiene mucho que decir de todo esto; cuanto más rígido sea
el carácter más complicado será efectuar un contacto con sentido, menos
conscientes de nuestras necesidades y el potencial queda a merced de la
neurosis. Generalmente invertimos muchísimo tiempo en ir a buscar la aguja
donde nunca se perdió y eso genera una gran frustración y fatiga al volver a
repetir siempre las mismas conductas ante determinadas situaciones.
¿Hasta cuándo
vamos a soportar nuestra neurosis?
He aquí una distribución de los eneatipos
del eneagrama con sus pasiones
y la fijación que cada uno de ellos ha ido construyendo desde la cognición. Aunque todos los tipos de carácter incurren en muchos mecanismos de evitación, cada eneatipo es más proclive a incidir en uno más que en los otros. La
clave no se cierne tanto en tratar de cambiar, ya que el ajuste del carácter es el que es,
aunque la toma de conciencia es fundamental para que se flexibilice y hacer que
las consecuencias a ciertas acciones impacten menos negativamente en nosotros
mismos. Es decir, posiblemente tropecemos siempre en la misma piedra aunque la herida
producida por la caída irá siendo cada vez menor.
¿Te atreves a desafiar tu propio
carácter?
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