miércoles, 24 de enero de 2018

Del sin-sentido al sentido

El despertar es más proclive que surja de una sensación de vacío, del sin-sentido, de no saber muy bien a donde ir. Rara vez se puede alumbrar a la luz de un sol radiante, en cambio con un simple fósforo podemos ver en la más densa oscuridad de una cueva. La pregunta es: ¿Qué es realmente lo que da un sentido a nuestra vida?
Algo obvio es que en función del lugar de procedencia, la percepción del sentido, o mejor dicho, la demanda de necesidades, cambia. No es lo mismo haber nacido en Sierra Leona y no tener cubiertas las necesidades más básicas de subsistencia, que haber nacido en un país desarrollado donde lo esencial para vivir está a nuestro alcance. 
Como dijo el gran sabio Silo: "Morir no es mejor que vivir o no haber nacido, pero tampoco es peor", "Si alguien me dice que aquél que no come muere, le responderé que así es, en efecto, y que está obligado a comer aguijoneado por sus necesidades, pero no agregaré a esto que su lucha por comer justifica su existencia. Tampoco diré que ello sea malo. Diré con sencillez que se trata de un hecho individual o colectivamente necesario para la subsistencia pero sin sentido en el momento en que se pierde la última batalla".




La puerta del crecimiento se comienza a entreabrir con la aceptación de mi dolor y comprendiendo que pocas cosas dependen de mi mismo. Si pretendo cambiar algo, necesitaré de algo que el propio medio me facilite, por lo tanto el concepto de "independencia" del que tanto nos gusta hacer alarde en nuestra cultura occidental, parece tambalearse. No tengo más remedio que asumir que soy una persona dependiente del medio que me rodea y no puedo por mas que lo desee, renunciar a esta constante interrelación.
 



Una segunda cuestión pasa por un proceso de desidentificación de muchas falsas creencias que nos hemos implantado y que no son nuestras. Sin duda hemos configurado la máquina para predisponernos a dar una serie de respuestas repetitivas y automáticas. Otros dos dichos fruto del aprendizaje de Silo, son: "No pienses que vas a comprender discutiendo conmigo. Si crees que contrariando esto tu entendimiento se aclara puedes hacerlo, pero no es ése el camino que corresponde en este caso", “Mis intereses, no justifican ni desacreditan nada".
Solo probando desde un lugar distinto la sorpresa puede llegarnos e ir paulatinamente recobrando nuestra identidad perdida. 



 
A través de la meditación se puede ir agudizando el sentido de la escucha activa, la percepción de nuestros sentidos e ir obteniendo cada vez un mayor nivel de consciencia en el "aquí", en este lugar, y en el "ahora", en este momento. Sólo en el aquí y ahora podemos ser conscientes, puesto que el pasado ya no es y el futuro aún no es. No hay peor sin-sentido que pasarnos una gran parte del tiempo intentando resolver situaciones que no existen, sólo reinan en el seno de nuestra imaginación en modo de fantasías. Y contra eso no se puede luchar. Maestro Silo: "Si me preguntas cuál es la actitud que conviene, te diré que es la de meditar en profundidad y sin apuro", "Si replicas que tienes cosas más urgentes en qué ocuparte, responderé que siendo tu deseo dormir o morir, no haré nada para oponerme".
 

 
 
El comenzar a responsabilizarme de lo mío es tender un puente a la maduración. Las justificaciones dan igual y no me colocan en otro lugar distinto en el que me encuentro. Una vez he actuado da igual lo que me cuente o le cuente a otros, ya se trate de justificar un hecho cruel o bondadoso. El camino continúa y tendré un inmenso vacío delante. Sólo desde la responsabilidad y siendo consciente de "qué hago" y "cómo hago", me resultará más liviano sostener esa sensación de sin-sentido que me abruma y las respuestas a determinadas preguntas vendrán por sí solas. Os dejo otros dos grandes dichos que Silo nos dejó: "La responsabilidad” del que se compromete con algo no es mayor que la responsabilidad de aquel que no se compromete", "Me muevo según mis intereses y esto no me convierte en cobarde pero tampoco en héroe".
 
No pretendo con esto dar sentido a nada, simplemente ayudarte a ser un poco más consciente de tu sin-sentido y de que nuestro peor enemigo somos nosotros mismos.

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